Editorial

La Etica periodística, preocupación renovada

Un libro -de Emilio Filippi- y un sólido documento de la Santa Sede han permitido a los periodistas reflexionar un poco más sobre la materia.

De tiempo en tiempo, el tema de la ética, en especial el de la ética periodística reaparece con cierta fuerza en el tapete de la actualidad.

En las últimas semanas, junto con el debate sobre el final (¿será feliz?) de la Mesa de Diálogo y la aprobación de la Ley de secreto profesional que debería hacer posible el hallazgo de los cuerpos de los detenidos desaparecidos, y junto con la serie de temporales que azotaron a todo el país, se habló de ética en la presentación del libro de Emilio Filippi -ver comentario separado- y en un foro organizado por el Arzobispado de Santiago sobre el documento pontificio Etica en las Comunicaciones Sociales.

En la ocasión me correspondió actuar como de moderador ante un grupo importante y respetable de panelistas, a los cuales se agregó, al final, el ministro secretario general de Gobierno, Claudio Huepe.

Parte de la presentación de ese encuentro se transcribe a continuación:

Me han pedido que haga una pequeña introducción al debate sobre el documento del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales titulado “Etica en las comunicaciones sociales”, que fue dado a conocer el pasado cuatro de junio y al cual se refirió el Papa Juan Pablo II ese mismo día con motivo de la culminación del Jubileo de los Periodistas.

Lo primero que hay que decir es la gran importancia que le ha concedido el Papa actual a las comunicaciones y al periodismo. No es un tema nuevo para la Iglesia Católica, por cierto, pero a lo largo de su pontificado se pueden anotar decenas de alusiones al periodismo y los medios de comunicación, hasta llegar a esa frase maravillosa en que hace notar que la suya -la nuestra- es una misión “en cierto modo sagrada”.

Tono muy positivo

Lo anterior, refrendado por el documento del Consejo, tiene un énfasis que me llama especialmente la atención: su tono extraordinariamente positivo. Aunque alerta contra los excesos, de los cuales todos probablemente estamos conscientes, la nota predominante en estos mensajes es de un alentador optimismo.

Hago notar este aspecto porque en más de una ocasión yo mismo, y no me he encontrado solo en ello, he dicho que la Iglesia Católica ha pecado de temerosa -”quejumbrosa”, reiteré con motivo del Sínodo de Santiago- frente al periodismo y los periodistas, sin destacar -como se hace ahora- que más allá de las responsabilidades de los periodistas y de los responsables de los medios, hay un permanente gran desafío para toda la sociedad.

En esta ocasión, Juan Pablo II y el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales están hablándoles a los periodistas, pero no solo a ellos. También incluyen a los miembros de la propia Iglesia -jerarquía y laicos- y a la sociedad en su conjunto, a la cual llaman a tener una visión alerta, crítica, no inerme, pasiva, frente a lo que ven, escuchan o leen.

Simultáneamente, y esto lo subrayo por lo que pasó aquí en Chile con la Ley de Prensa, se nos llama a tomar en cuenta las nuevas tecnologías de la comunicación, de manera especial el Internet.

Digo lo anterior porque no hay alusiones a ello en la frustrada ley de prensa que inició su tránsito por este mundo a comienzos de la década de los 90, cuando algunas realidades actuales eran apenas una ilusión futurística. Ni Jehová, cuando le entregó a Moisés las Tablas de la Ley, ni el Consejo Pontificio esperaron una década para terminar su cometido. Al contrario, lo hicieron en plazos prudentes, de manera que el progreso incesante no los dejara atrás, más bien anticipándose a lo que se veían venir.

No es este, en todo caso, el escenario, ni soy yo la persona más indicada para tratar este tema (el de la ley). Pero no he podido dejar de mencionarlo porque creo que estamos -me refiero al documento que analizaremos ahora- frente a una revisión muy amplia y completa de lo que es la realidad de los medios de comunicación al comenzar el Tercer Milenio. Ojalá nuestros parlamentarios -en realidad toda nuestra sociedad- tuvieran una visión tan amplia y comprensiva de estos fenómenos.

Por ejemplo, se habla -lo dijo el propio Santo Padre- de la nueva realidad en que vivimos, la globalización y de las responsabilidades que este fenómeno genera para los periodistas.

Al mismo tiempo, se pone como ejemplo de comunicador -sabio, oportuno, al servicio de la persona humana, sin miedo a la verdad- a Jesús, “modelo y criterio de nuestra comunicación”

“Indispensables” en democracia

Se nos recuerda que “los medios de comunicación son indispensables en las sociedades democráticas actuales. Proporcionan información sobre cuestiones y hechos, sobre funcionarios y candidatos a cargos públicos. Permiten que los líderes se comuniquen rápida y directamente con el público sobre asuntos urgentes. Son importantes instrumentos de responsabilidad, llamando la atención sobre la incompetencia, la corrupción y los abusos de confianza, a la vez que ponen de relieve los casos de competencia, espíritu cívico y cumplimiento del deber”.

Se nos advierte sobre peligros:

- El peligro de que los medios se usen a veces “para construir y apoyar sistemas económicos que sirven a la codicia y la avidez”. Es decir, reitera el documento pontificio citando al Papa, no se puede considerar, como lo hace el liberalismo, que “las ganancias y las leyes del mercado (sean) parámetros absolutos, en detrimento de la dignidad y del respeto a las personas y los pueblos”.

- Otro peligro: el de las nuevas tecnologías, que pueden hacer posible una suerte de ensimismamiento de quienes tienen acceso a ellas, quedándose exclusivamente en lo que les interesa, olvidando al resto de la comunidad en que están insertos.

“Los medios de comunicación social deben seguir siendo un areópago”, un foro para el intercambio de ideas e información en el que participan personas y grupos, fomentando la solidaridad y la paz”. La preocupación se dirige especialmente a Internet, mencionada específicamente en este aspecto.

- El peligro de creer que toda la responsabilidad recae en los comunicadores profesionales. “También las audiencias -los usuarios- tienen obligaciones... El primer deber de los usuarios... consiste en discernir y seleccionar”. Pero, además, deben educarse “en el uso de los medios de comunicación”, lo que “ayuda a la gente a formarse criterios de buen gusto y juicios morales verdaderos, que constituyen un aspecto de la formación de la conciencia”.

Hay mucho más que decir. Para eso nos hemos reunido esta tarde, para que nuestros panelistas nos ayuden a reflexionar sobre este mensaje y nos entreguen su visión, como un aporte a la tarea común.

Libertad y responsabilidad

Pero no puedo dejar de mencionar, antes de presentarlos y dejarlos a ellos con la palabra, último aspecto que me parece fundamental: el documento pontificio, junto con subrayar que “hay que estar siempre a favor de la libertad de expresión”, hace presente que esta “no es una norma absoluta e irrevocable”, por lo que invita a los comunicadores a enfrentar este desafío. mediante la elaboración de códigos éticos.

Sobre este aspecto, como miembro de uno de los sistemas de autorregulación de nuestro país, el Consejo de Etica de los Medios de Comunicación, me parece importante hacer notar que en Chile se ha avanzado sobre la materia, pero no lo suficiente. En parte, porque no todos los integrantes de la sociedad están siquiera informados de la existencia de este consejo, o del consejo de ética de la publicidad o del tribunal de etica y disciplina del Colegio de Periodistas.

Habrá que reforzar los esfuerzos en fomentar su conocimiento y, sobre todo, su uso, como legítima herramienta de defensa ante cualquier exceso o abuso.

Nuestros panelistas son: Silvia Pellegrini, Vicerrectora de Comunicaciones de la Universidad Católica; Cristián Zegers, director del diario La Segunda; Abel Esquivel, director de prensa de Radio Chilena; Bernardo Donoso, presidente del Consejo Nacional de Televisión, y Enrique Ramírez, presidente del Colegio de Periodistas.

Abraham Santibáñez