La última derrota

Winnie Mandela, la ex esposa del legendario líder anti-apartheid y primer presidente negro de su nación, Nelson Mandela, fue condenada el jueves en Sudáfrica por robo y fraude. Como puntualizó la agencia Associated Press, "el juicio marcó la última derrota para (Winnie) Madikizela-Mandela, quien tuvo un papel preponderante en la exitosa campaña contra el apartheid que lideró Nelson Mandela".

Esta historia puede tener varios enfoques. Sirve, por ejemplo, para ilustrar la teoría de que "en todas partes se cuecen habas". O, desde un punto de vista extremo, demostraría que la democracia lleva en sí el germen de la corrupción. Pero también puede leerse como una aleccionadora advertencia de que nadie, ni siquiera los más ilustres o denodados luchadores a favor de la libertad y la democracia, pueden pasar a llevar las leyes. Nadie, es la conclusión más adecuada, está libre de responder ante los tribunales.

Para muchos compatriotas de Winnie es un hecho difícil de aceptar. Ni siquiera su anterior condena, cuando se vio involucrada en el secuestro y asesinato de un adolescente negro, ha minado la fe que tienen en ella. Desde su punto de vista, todo lo que ha hecho ha sido para ayudar a los pobres. En este caso, se trataba de préstamos obtenidos en forma fraudulenta a nombre de la Liga de Mujeres del Congreso Nacional Africano. También se la acusó del robo de fondos para una supuesta ayuda de servicios funerarios.

La tragedia de Winnie Madikizela-Mandela es que los largos años en que su marido estuvo preso los llevaron a ambos en direcciones opuestas. Nelson Mandela maduró en prisión, la mayor parte en la isla Robben, en la bahía de la Mesa, frente a Ciudad del Cabo. Salió de allí con un visceral rechazo a la violencia. Ella, en cambio, vivía en una construcción apenas un poco mejor que la de sus vecinos en Soweto, el barrio negro de Johannesburgo. Nunca denunció la violencia, ni siquiera en los años de transición en que la lucha era de negros contra negros. Entonces se rodeó de un grupo de agresivos guardaespaldas, inocentemente bautizado como el "Mandela United Football Club". Fueron ellos los que, en 1989, secuestraron al joven activista Stompei Seipei Moketsi, quien más tarde fue encontrado muerto.

Nelson Mandela condenó los hechos y la justicia encontró culpable a Winnie.

Inicialmente sentenciada a seis años de cárcel, terminó pagando solamente una fuerte multa. En esos años, luego de recuperar su libertad, Nelson Mandela anunció que había decidido divorciarse. Más tarde se casó con Gracia Machel, la viuda de otro legendario combatiente por la independencia en Africa, Samora Machel. Y Winnie, por lo que se puede apreciar, siguió en lo suyo. Incluso la Comisión de Justicia y Reconciliación estudió su caso, ya que sobre ella pesaban acusaciones de asesinato. El asunto no pasó a mayores pero, por esa época, Winnie abandonó sus planes como candidata a la vicepresidencia del Congreso Nacional Africano. Pero no la vida pública.

Ahora parece que estará obligada a renunciar a toda actividad de este tipo.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 26 de Abril de 2003

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