De alertas, emergencias y desastres.

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

Desde sus orígenes, el hombre ha sido un ser social. Se agrupa para divertirse, para alimentarse y, por sobre todo, para ayudarse mutuamente.

Históricamente, ha establecido diversos mecanismos para comunicarse y lograr pasar los avisos de problemas. Quizá entre los más conocidos, está el tañer de campanas que durante siglos fue el medio más usado para llamar la atención de las personas. Luego la tecnología (y posiblemente la tolerancia religiosa) empezó a ofrecer nuevas opciones, como las sirenas que aún hoy usan bomberos para indicar una emergencia. Pero claro, la gente ya no reacciona de la misma manera. Quizá sea el vivir en una ciudad llena de ruidos y alarmas innecesarias, pero los mecanismos consistentes en congregar a la población y comunicar las cosas de viva voz, han pasado de moda y perdido utilidad.

Ya durante el siglo pasado, se empezaron a usar otros medios de comunicación masiva, radio (primero) y televisión (posteriormente) reemplazaron con éxito a los mecanismos “en vivo”. De hecho, al hacer preparativos para enfrentar cualquier emergencia, la primera recomendación siempre era (¿y es?): “tener pilas para la radio”. Durante años, el escuchar las noticias se consideró casi un “deber ciudadano”, que solo se modificó con la televisión (ya no solo oírlas, sino verlas). Sin embargo, los avances tecnológicos que permiten que muchos medios queden “con piloto automático” ha restado velocidad de reacción a los medios masivos. No hace mucho, cuando cundió el pánico en la ciudad de Talcahuano por un falso aviso de tsunami, no pocas personas llamaron a una radio local para intentar confirmar o desmentir la noticia. Pero la radio estaba en modo “automático” con una programación musical hecha con anterioridad y el nochero a cargo de ver las cosas funcionando, simplemente no estaba en condiciones de informar nada al respecto. Claro, tener personal calificado para ello, es más caro.

Y por si fuera poco, el noticiario de la televisión, ha perdido rating notablemente. Muchos televisores están apagados y otros están viendo programación envasada o vía “cable”. En el último temporal que afectó a la zona central de Chile, la Oficina Nacional de Emergencias, decretó alerta amarilla, y –según me dicen- lo hizo presente a través de diversos medios. Sin embargo, como yo, muchos solo se enteraron de dicha alerta, casi cuando el agua les entraba a las casas... O incluso cuando los entrevistaban en medio de las aguas...

Una opción podría surgir de los medios más directos, más personalizados, medios de comunicación individuales como los teléfonos o la comunicación usando internet. Sin embargo, eso requiere de más tiempo, de llegar a más gente... Y aunque es un alivio el escuchar de primera mano que un ser querido está sano y salvo, no pocas veces se saturan las líneas y es imposible establecer la comunicación.

¿Y que hace esto en una columna tecnológica? Que muchas veces he criticado lo que falta, pero esta vez, de la mano de un grupo de memoristas de la universidad UCINF, estamos buscando proponer una solución.

Pasa por reconocer que hoy en día, los celulares están llegando prácticamente a todas las personas. Todos tienen un celular y todos pueden recibir mensajes de texto (que son “baratos” en términos de uso de canal de comunicación) o incluso e-mails, ya sea a celulares con dicha capacidad o a notebooks.

Nuestra premisa, es que al igual que las notificaciones que enviamos de actualización de página, se pueden crear sistemas automatizados, que procesen mensajes y los envíen individualmente a los suscriptores interesados. Por supuesto, el tema pasa por varios frentes. Hay una parte netamente tecnológica (el aprovechamiento de las TIC), hay otra completamente humana (como advertir y que ese mensaje no cause aún más pánico) y nos queda bastante camino en identificar a quienes realmente debemos llegar (no tiene sentido mandarle un mensaje a un ariqueño de una posible inundación en punta arenas).

Esperamos que, de aquí a fin de año, se pueda tener una posible solución que ofrecer al país. Pero entre medio, les quiero invitar a participar indirectamente, aportando los comentarios, críticas e ideas que le ven a este trabajo. Si, estoy usando este medio, para volver a una de las actividades más comunes del ser humano: solicitar apoyo o ayuda al grupo de personas que le rodean.

Al final, es de eso de lo que se trata, de personas ayudándose. Y ayudándose a ayudar...

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