Fotógrafos al acecho

En torno al “paparazzeo” del que fue víctima Cecilia Bolocco en Miami se ha dicho de todo: que ella se sobreexpuso, que ya había sido fotografiada en el mismo lugar por el mismo fotógrafo y que, sin embargo, no tomó precauciones adicionales. Se ha discutido acerca de qué constituye una invasión a la intimidad de una persona o si alguien, como ella, perdió o mantiene iguales derechos que el resto de los ciudadanos “de a pie”.

Lo más reciente es el deseo de un grupo de parlamentarios de introducir una nueva normativa de protección. Poco antes se había anunciado que el abogado Luis Ortiz Quiroga estudiaba el tema a fin de presentar eventualmente una querella.

Todo lo dicho es atendible. Se han puesto, sin duda, muy buenas razones sobre el tapete de la discusión. Pero hay un tema no menor: el papel del fotógrafo.

A lo largo de la historia del periodismo, desde la invención de la fotografía, miles de profesionales han dado lo mejor de ellos mismos para que el público esté mejor informado.

Muchos, sin embargo, con el pretexto de que “el público tiene derecho a saber”, creen que todo les está permitido. Ciertamente no es así. En 1994, por una denuncia de un grupo de agencias fotográficas, el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación de Chile se pronunció sobre algunos aspectos relativos a la publicación de imágenes. Lo más relevante, para el caso actual, es la afirmación de que los medios no pueden publicar “fotografías de personas que permitan su identificación y que puedan herir su fama, su dignidad o su privacidad, sin autorización previa y expresa del afectado…”.

La fórmula parece fácil. Pero no lo es. ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? ¿Cómo se decide en un caso complejo?

La única respuesta posible es la reflexión ética. Los periodistas tienen hoy la posibilidad -no es exigencia legal para ejercer en Chile- de estudiar ética profesional en la universidad. Un fotógrafo puede tener un título, pero no necesariamente ha profundizado en el tema ético o el de la responsabilidad del comunicador.

Es, en buenas cuentas, un cazador solitario, cuya labor culmina cuando encuentra un interesado en comprar y publicar sus trabajos…. a condición de que se trate de un medio de comunicación.

Esta realidad es, sin duda, la mejor razón para justificar el trabajo en equipo.

Un medio de comunicación, cualquiera sea, requiere una combinación de iniciativa individual y responsabilidad de grupo; es un ejercicio permanente de equilibrio. Solo así -y a veces ni siquiera así- se puede determinar el valor de una noticia o de una imagen en relación a sus méritos o al eventual daño que pudiera causar.

En declaraciones a la revista Cosas, Cecilia Bolocco denunció que durante los días posteriores a la publicación de las primeras fotografías recibió mensajes que le proponían negociar con el fotógrafo. Ello “claramente me sonó a extorsión. No estoy acostumbrada a esta basura”, sostuvo.

De confirmarse la versión, quien trató de vendérselas (el propio fotógrafo o un representante suyo) ya no podría ser considerado como un profesional audaz y sin escrúpulos, sino lisa y llanamente como un extorsionador.

Y ese no es un tema ético, sino judicial.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas

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