Firme en el timón de san Pedro

Como cualquier ser humano a la vez sensible y responsable, las dificultades de los últimos años sólo han reafirmado la voluntad del Papa Juan Pablo II de mantener firme el timón de la barca que una vez condujo san Pedro. De tiempo en tiempo, sin embargo, el evidente deterioro de su estado físico reaviva el rumor de su eventual renuncia. Esta semana, en vísperas de su viaje número 98, precisamente a su país natal, los comentarios acerca de su eventual alejamiento del pontificado se hicieron más fuerte que nunca. Empezaron en una revista francesa y siguieron en diversos medios del más alto nivel, como "The New York Times". Según informes españoles procedentes de Roma, una reserva inicial en una casa de reposo en Zapokane, fue interpretada como la señal definitiva del alejamiento del Papa de Roma, ya que ni siquiera contemplaría su regreso a Italia.

Más tarde, sin embargo, se aclaró el punto. El Papa debía alojarse en el Palacio Arzobispal de Cracovia, la que fuera su sede hasta su elección, en 1978, y no debe producirse una dramática jubilación anticipada. Pero ella puede venir en cualquier momento y los periodistas acreditados en Roma así lo reconocen.

El asunto tiene, por supuesto, connotaciones religiosas y políticas. En un mundo atravesado por problemas, desde la globalización al terrorismo, la consolidación de los fundamentalismos y las denuncias contra los abusos sexuales de numerosos sacerdotes, la eventual elección de un nuevo Pontífice es obligadamente noticia de primera página.

Y también es un tema de organización de las agencias informativas. Según recordó "The New York Times", en los últimos cinco años las cadenas de televisión han dispuesto una guardia permanente en el Vaticano ante la eventualidad de un cambio. Todo empezó cuando se hizo evidente el deterioro de la salud del Papa. Igual que ahora, los anteriores viajes de Juan Pablo II a Polonia desataron especulaciones acerca de una eventual despedida desde su tierra natal. Aunque entonces no pasó nada, los responsables de los medios decidieron que era el momento de asegurarse un lugar privilegiado junto a la plaza de San Pedro para seguir desde allí los acontecimientos. Ventanas, balcones y techos con ángulos privilegiados sobre el corazón del catolicismo han sido asegurados mediante onerosos contratos.

No es una práctica nueva. Desde siempre los archivos de los grandes diarios del mundo mantienen obituarios y páginas preparadas para el eventual fallecimiento de figuras de relevancia mundial. Pero con Karol Wojtila se han encontrado con una caso excepcional de supervivencia, al tiempo que el mundo, en estos años, ha experimentado grandes y constantes cambios, el más notable de los cuales fue el ataque terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York. Cualquier análisis debe contemplar los hechos que han ido ocurriendo y lo que estaba escrito ha perdido vigencia, aseguran los expertos.

Al mismo tiempo, sin embargo, es evidente que llegará el día en que el relevo deba producirse. Pero, como ha manifestado él mismo, su convicción es que debe cumplir con su deber mientras Dios se lo permita. Y eso significa que este viaje a Polonia será sólo un hito más en su agenda. Hay más desplazamientos a corto plazo: a Croacia y a Filipinas, por lo menos. Con ellos llegaría al increíble número de cien viajes en su pontificado. Y un contacto directo -e inédito- con millones de seres humanos en todo el mundo.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 17 de agosto de 2002

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