En una maternidad en Kabul

Para un profesional afgano, colaborador del periodista noruego Einar Hagvaag, la peor experiencia del año pasado no fue haber estado en medio de una guerra... sino en una maternidad, en Kabul. El 10 de diciembre, según recordó Hagvaag, a quien le pedí su impresión sobre la historia de Amida, la niña afgana que nació mientras Kofi Annan recibía el Premio Nobel en Oslo, su equipo recibió la orden de encontrar a una niña como la que había descrito Annan. En lo que parecía una simple figura retórica, Annan puso el ejemplo de una niña para ilustrar su discurso acerca de los peligros de un mundo desequilibrado por la guerra, la enfermedad y los prejuicios.

Como he contado anteriormente(1), la metáfora se convirtió en una realidad de carne y hueso, fotografiada a todo color gracias al periódico de Oslo.

En la redacción de Dagbladet (el diario de Hagvaag) normalmente se conoce con anticipación el texto del discurso del Nobel. Pero esta vez no fue así. Me contaron por teléfono el mismo día lo que iba a decir Annan y nos dieron la idea de buscar una niña recién nacida o por nacer”.

Aquí empezó la parte más difícil porque “a diferencia de Noruega, a los hombres no los dejan entrar a los hospitales de mujeres. Pero finalmente, tras varias horas de negociaciones, nuestro amigo logró que nos dejaran entrar en una maternidad. Más tarde nos contó que para él todo esto fue muy difícil desde el punto de vista psicológico, pese a ser un ingeniero con experiencia en organismos de ayuda internacional. Hasta ese día jamás se le había ocurrido la posibilidad de estar con mujeres que estaban en cama con niños recién nacidos. “Fuimos muy bien recibidos por las doctoras y las enfermeras y por las madres. Eran seis mamás y dos habían tenido niñas lo que en Afganistán no vale tanto como un niño”.

A pesar de que la doctora jefe tiene un hermano que estudia en Noruega, fueron las mamás quienes recibieron con más entusiasmo a los periodistas. Hagvaag les leyó parte del discurso de Annan, traducido luego del inglés por la doctora y la enfermera. “Les sorprendió que Annan pensara en ellas en un discurso de agradecimiento por un premio que les resultaba casi desconocido, pese a que reconocían vagamente el nombre de Nobel”.

También conversaron de cómo llamarían a las niñas. Las dos mamás preguntaron por nombres noruegos, aunque los periodistas nunca supieron cuál fue su decisión final. En Oslo, en la redacción del diario, les gustó la foto de Amida (ahora sabemos que era la mamá) y esa fue la que publicaron. Más tarde, cuando trataron de seguir la historia, los periodistas descubrieron que las dos mujeres habían abandonado el hospital. “Tienen que pagar por cada noche y ambas son pobres. La dirección que dieron se limitaba a señalar un barrio de Kabul, llamado Char Kala, donde fue imposible encontrarlas en medio de miles de pobres”.

Aquí termina -por ahora- esta historia. Según Hagvaag, “quizás un día me voy a buscar en Kabul, con la foto en la mano, a aquellas madres y niñas que tuvieron su momento de fama en un país lejano.... un país donde un par de niñas pueden gastar en un día lo que las recién nacidas de Kabul tienen para sobrevivir un mes... o más”.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 23 de Febrero de 2002

Nota del Editor:

  1. Se refiere al artículo publicado en nuestra edición anterior: Una esperanza para Amida