El “panzer” a la caza de votos.

Muchos chilenos tienen de José Miguel Insulza una imagen de caricatura: un “panzer” de genio explosivo que, de alguna manera misteriosa, ha llegado hasta donde está a pesar de su pasado en la Unidad Popular, y que ha ejercido –de manera aun más miseriosa sin graves consecuencias- como ministro e incluso como Vicepresidente.

Cualquiera sea el resultado de su candidatura a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos. OEA, es evidente que la imagen deberá cambiar. Insulza no ha llegado por azar a dos ministerios cruciales en los gobiernos de la Concertación (Relaciones Exteriores e Interior) ni su candidatura es un simple volador de luces. El miércoles pasado, The Washington Post contrastó los discursos de los otros dos candidatos a la Secretaría General, Francisco Flores, de El Salvador, y Luis Ernesto Derbez, de México, que calificó de “elocuentes”, con el “énfasis en la democracia, el buen gobierno y el refuerzo de las instituciones”, que planteó el chileno.

Puede ser tentador sacar cuentas alegres. Según el propio José Miguel Insulza, “si se suman los votos que cada candidato dice tener, la OEA tendría 60 miembros, por lo menos, en vez de 34”. El desafío de fondo es que la organización está en crisis. Y la gran pregunta consiste en saber si los países que la integran se dan cuenta o no de ello y están dispuestos, en consecuencia, a hacerle una cirugía profunda. Por eso, la clave del éxito de la postulación del chileno está en salirse de los lugares comunes y las palabras de buena crianza. Lo respaldan el historial de su desempeño en los gobiernos de la Concertación y la exitosa gestión internacional del Presidente Lagos. También debería contar en su favor los muchos antecedentes de activa presencia que tiene Chile en materia interamericana, desde la Independencia y que se prolongaron mientras duró la antigua Unión Panamericana Pero, obviamente, la nostalgia es solo un dato. La postulación de Insulza también tiene problemas.

El más grave ya parece superado. Era una eventual oposición de Estados Unidos a su candidatura. ¿La razón? Según algunos comentaristas interesados, se quería castigar la oposición chilena a la invasión de Irak. Olvidaban, claro, los siguientes capítulos de esa historia y, sobre todo, el cordial estado de las relaciones entre los Presidentes Bush y Lagos. Esta eventual negativa norteamericana se despejó el martes pasado, tras la presentación de Insulza ante el Consejo permanente de la OEA, en Washington. Pero ahí también, aunque era anticipable, surgió el más duro rechazo: el de Bolivia, cuya representante hizo ver que Chile nunca ha querido llevar a la OEA el diferendo sobre la mediterraneidad.

Con apoyos explícitos que van desde Venezuela a Brasil, los votos decisivos que necesita Insulza debería lograrlos en el Caribe. Ello es posible. Después de todo, en su presentación en Washington demostró que tiene una ventaja sobre sus adversarios: un apoyo transversal en casa, que empieza en las fuerzas del gobierno, pero donde también están los opositores, representados en esta ocasión por el presidente del Senado, Hernán Larraín.

¿Será que el “panzer” no es tan fiero como lo pintan?

Publicado en el diario El Sur de Concepción en Febrero de 2005

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