El nuevo mundo de Le Monde

No es el diario más antiguo del mundo. Tampoco se puede garantizar que sea el más influyente. Pero ciertamente es uno de los más respetados y, desde esta semana, pretende –según su publicidad- ser “el más completo”.

Le Monde, el diario más conservador de los progresistas, se ha hecho una cirugía de fondo. Según su propia explicación “después de la renovación, sigue siendo el mismo. Sin embargo, a primera vista, es también un periódico diferente, rehecho desde la primera a la última página…

¿Por qué el mismo?

Porque quiere seguir siendo “un diario internacional de información general, cuya vocación es la investigación dinámica, responsable y leal de la verdad de los hechos en todos los dominios de la vida pública”.

¿Por qué es diferente?

Porque un grupo de diseñadores ha revisado a fondo la presentación del diario, sin más limitación que mantenerse “en el universo visual de los grandes diarios internacionales de calidad” y mantener también la legibilidad.

Desde su nacimiento, al final de la Segunda Guerra Mundial, Le Monde ha sido una paradoja permanente: en lucha contra las corrientes de pensamiento más conservadoras se ha esmerado en no innovar su sobrio diseño sin fotos y sin colores… conservador, en síntesis.

Era evidente, sin embargo, que después de sobrevivir a todo tipo de crisis, tenía que aceptar un nuevo maquillaje y más. En tiempos de Internet y una gráfica revolucionada por la televisión, era imposible que Le Monde mantuviera inalterado su estilo de la “belle epoque”. Y así ocurrió finalmente desde la edición fechada el martes pasado.

Lo más espectacular -en la nueva presentación- es la introducción de fotos informativas en primera página. Es probable que su ausencia, al comienzo, se debiera a las limitaciones de los sistemas de impresión, pero la tradición ya no se justificaba. Respecto del contenido, los cambios implican más espacio a la Unión Europea, la economía, la comunicación, la ciencia, la tecnología y el deporte.

El cambio no es sólo de presentación y contenido. También Le Monde, que ha protagonizado el complejo experimento de la “sociedad de redactores”, que estuvo a punto de hundirse en los años 80, optó por abrirse a la Bolsa.

El mecanismo –que busca no perder el control del medio- es rebuscado. Se creó una sociedad madre en la cual se mantiene un cuidadoso balance entre “accionistas internos” (con el 52,74 por ciento) y “accionistas partenaires” (47,26 %), en un total donde el paquete mayor de acciones, casi un 30 por ciento, lo tiene la “sociedad de redactores”. También mantienen su participación la “sociedad de lectores”, creada en 1985 (con más del diez por ciento) y de diversos representantes del personal (tienen, en conjunto, más del diez por ciento). Esta sociedad madre, intocable, controla la sociedad (Le Monde S.A.) que se cotizará en la Bolsa), la cual, a su vez, tendrá el control de la Sociedad Editora, que es finalmente responsable de la producción misma del diario.

Una novedad adicional es la publicación del Manual de Estilo del diario, que contiene todo tipo de indicaciones sobre redacción y contenido y, de manera destacada, sobre responsabilidad ética. Su consideración esencial se resume en pocas palabras: “La credibilidad de un diario nunca se conquista de manera permanente. Está en juego todos los días”.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 19 de enero de 2002