La ira es mala consejera

La creciente oposición interna y el rechazo de dos de sus principales aliados europeos, Francia y Alemania, a los planes de guerra de Estados Unidos, está alterando los ánimos en la Casa Blanca. El secretario de Estado, Colin Powell, puso en duda el compromiso de esos países en el desarme de Irak, y el de Defensa, Donald Rumsfeld, los menospreció asegurando que representan a “la vieja Europa”. Como resultado, el equipo de George W. Bush ha extremado sus esfuerzos comunicacionales. Como ocurre a menudo, sin embargo, la debilidad de todo marketing es que necesita bases sólidas en las cuales apoyarse.

En los últimos días trascendieron dos ejemplos que ilustran el grado de inquietud que puede envolver al entorno del Presidente norteamericano:

  1. Según el Drudge Report, el miércoles pasado, cuando Bush habló en St. Louis para defender su política económica, se presentó en público contra un fondo de cajas de cartón con vistosas leyendas en que se proclamaba que eran “Made in U.S.A.”. Pero, en realidad se trataba de cajas “Made in China”, recién pintadas sobre un telón ad-hoc, según reconocieron voceros de la Casa Blanca.
    Las fuentes le restaron importancia a lo ocurrido. Pero con Matt Drudge nunca se sabe. Es un periodista hecho a pulso, ya que carece de estudios formales, pero que ha ganado fama con sus denuncias, la principal de las cuales fue la del escándalo Clinton-Lewinsky,
  2. El segundo hecho es más sutil y revela una compleja combinación de nuevas tecnologías y viejas argucias. Precisamente en torno a los dos temas más agudos del momento (la economía e Irak), en numerosos periódicos de todo el país empezaron a aparecer cartas en que se alaba a Bush por su liderazgo y coraje (concepto este que ya sacó a relucir hace casi medio siglo John Kennedy).

Ello no tendría nada de particular si no fuera porque uno de los motores de búsqueda más eficientes en Internet (Google), permite no sólo buscar palabras o nombres, sino también frases claves. De este modo, el ciudadano Sam Werberg (swerberg@findsvp.com) encontró que numerosas cartas, en distintos periódicos norteamericanos, no sólo coincidían en su apoyo a Bush, sino que eran idénticas, palabra por palabra. Se lo hizo saber al periodista Declan McCullagh, quien hace unos años trabajó en la revista Time y ahora tiene su propia página (http://www.politechbot.com/), en la que informa permanentemente acerca del desarrollo de las nuevas tecnologías y los problemas de la libertad de expresión.

El debate que se suscitó ante este descubrimiento es complejo, ya que se supone que el Partido Republicano puede pedirle a sus partidarios y militantes que expresen su apoyo al Presidente en determinadas asuntos. Pero ¿es legítimo hacerlo con decenas de cartas idénticas, todas exactamente de 130 letras de extensión, firmadas por distintas personas?

La lección más clara de todo este lío es: las nuevas tecnologías permiten distribuir mejor que antes el material de una campaña... pero también hacen posible detectar, con más rapidez que nunca, sus eventuales insuficiencias y miserias.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 25 de enero de 2003

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