El horror en vivo

El 10 de marzo, la noche antes de cumplirse seis meses de los atentados, se difundirá el único documental filmado en Nueva York durante el ataque a las Torres Gemelas. Hace algunas semanas se supo que un equipo francés, que estaba preparando un video sobre los bomberos de Nueva York, pudo grabar imágenes exclusivas, hasta ahora vistas solamente por los propios bomberos y por los equipos de emergencia. Hace unos días, sin embargo, la CBS anunció que había llegado a un acuerdo con los hermanos Gedeon y Jules Naudet para usar su material en un programa especial de dos horas de duración. El anuncio ha puesto nuevamente en el tapete el debate sobre la censura, la autocensura y las decisiones editoriales de los medios.

Inmediatamente después del 11 de septiembre, muchos críticos apuntaron contra la falta de realismo de las imágenes entregadas por la televisión y los fotógrafos norteamericanos. ''Las víctimas no tienen rostro humano'', anotó el analista Leonard Sussman, del Freedom House, al recoger estas críticas. Su respuesta, con la autoridad de quien durante un cuarto de siglo se ha especializado en tomarle el pulso al estado de la libertad de prensa en el mundo, consistió en defender la ''sensibilidad'' de los editores al no mostrar despojos humanos en pantalla o en ilustraciones de periódicos.

Cuando The New York Times reveló la existencia del video de los realizadores franceses, se limitó a una descripción breve de su contenido: la filmación recién empieza cuando ''se escucha el ruido de un avión. La cámara se mueve para seguirlo hasta que se estrella contra la torre norte. Se oyen algunas palabrotas (de los testigos) y se ven las llamas y el humo...''

Un relato parecido, transcrito en la revista de Periodismo de la Universidad de Columbia hizo otro testigo directo, el reportero Nick Spangler, que ese día estaba cubriendo las elecciones que luego se suspendieron. También lo sorprendió el ronco sonido del avión que volaba a baja altura hasta estrellarse contra la primera torre. Tras la explosión consiguiente, corrió hacia el lugar. Luego, se detuvo al sentir que caían trozos de concreto, barras de acero y trozos de vidrio. ''Llegaron tres hombres del servicio de mantención y un policía. Comentamos lo que acabábamos de ver y cuando vimos los cuerpos que se precipitaban a tierra nos quedamos sin palabras. Jesucristo. Oh, Jesucristo, dijo alguien...''

No es fácil saber si el impacto de las imágenes será superior al de las palabras. Lo cierto es que, transcurridos cinco meses de ese día de horror y terror, los norteamericanos parecen recuperar la normalidad. Pero difícilmente su vida será igual que antes de cruzar lo que el secretario de las Naciones Unidas llamó ''un portal de fuego''. Después de la guerra, de los problemas económicos, de la intensificación de las medidas de seguridad hasta el paroxismo, nada será igual.

El Presidente George W. Bush, que mostró un impensado liderazgo en las inciertas horas que siguieron al 11 de septiembre, está volviendo también rápidamente a la realidad de un mundo que no está ciento por ciento de acuerdo con sus decisiones. No hay consenso en la forma en que se ha tratado a los prisioneros del Talibán en Guantánamo y, ahora, el gobierno francés ha criticado la conducción de la política antiterrorista de Estados Unidos calificándola como ''simplista, unilateral y sin consulta con sus aliados''. Habrá que ver qué pasa el 11 de marzo.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 9 de Febrero de 2002