El precio de la guerra

Como en el filme clásico, la guerra empezó "a la hora señalada"... o un poco más tarde, pero no mucho más. Apenas hora y media después de terminado el plazo fijado por el gobierno norteamericano, se inició el bombardeo. Para momentos así, mi frase favorita es una afirmación de Ortega y Gasset: "Nadie parte para la guerra de cien años". O, como menos líricamente nos han dicho una y mil veces: "Se sabe cuando comienza la guerra, pero nunca cuándo va a terminar". El propio George W. Bush se vio obligado a precisar, al dar la partida a las incursiones sobre Bagdad, que la lucha "puede ser más larga y más difícil de lo que algunos han anticipado". En otras palabras: se desea un conflicto corto... pero puede ser largo.

La duración no es un tema menor. No se trata, desde luego, únicamente de los días o semanas o meses... o años, que tengan que luchar las tropas. Se trata de una abismal diferencia en los costos, tanto en vidas como en dinero.

Respecto de las vidas que se pierden en una guerra, nunca desde la antigüedad ha habido datos precisos. Tampoco los hay ahora, pese a que vivimos y morimos en la llamada sociedad de la información. Todavía se discute si los muertos en la Segunda Guerra Mundial fueron 30 millones de personas o 50 millones, lo que hace una diferencia monstruosa: una población más grande que la chilena, perdida entre el desierto africano y la estepa rusa o las islas del Pacífico. En cuanto a Tormenta del Desierto (la Guerra de 1991) se sabe mucho de los muertos norteamericanos y sus aliados (fueron pocos) y muy poco de las (muchas) víctimas civiles y militares de Irak. El economista Tomás Flores, del Instituto Libertad y Desarrollo, ha aportado un dato más preciso en cuanto a su costo material. Tormenta del Desierto, dijo en un foro reciente, costó unos 76 mil millones de dólares, es decir, diez mil millones más que el producto total de Chile.

Pero el dato más importante -siempre en el frío mundo de las cifras económicas- que aportó el profesor Flores es que una "guerra corta" contra Irak podría costar menos de cien mil millones de dólares en total. La cifra la corrobora una consultora norteamericana (Economy), que partió de la base que un mes de guerra en Afganistán costó mil millones de dólares y que el conflicto de Irak sería 90 veces más caro, incluyendo el esfuerzo de reconstrucción. Una guerra larga, según las cifras aportadas por Flores, multiplicaría en un año casi 20 veces la cifra, hasta más de 1.900 miles de millones de dólares...

Una guerra corta -como ya se está viendo- puede significar incluso que baje el precio del petróleo. Un período prolongado de combates e incertidumbre, en cambio, puede producir un efecto contrario, incluyendo inestabilidad económica generalizada, malestar social en todo el mundo y, lo que más se teme, un recrudecimiento del terrorismo global. Sobre todo, porque como también dijo el presidente Bush, Estados Unidos sólo acepta triunfar.

La duda, claro, es saber exactamente qué significa triunfar en este caso, donde inicialmente se planteó como objetivo el desarme de Irak, luego la renuncia de Sadam Husein y, finalmente, la democratización de Irak, a fin de convertirlo en un ejemplo para la región y el mundo.

Un gran objetivo, sin duda, pero ¿es realmente posible?

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 22 de marzo de 2003

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