Una larga y ancha urna electoral...

Como “una gran responsabilidad con la patria” definió su reelección, hace una semana, el Presidente colombiano Alvaro Uribe. Es el primer mandatario reelegido en más de un siglo y lo hizo con un apoyo abrumador: pese a la alta abstención: logró más del 62 por ciento de los votos. Las razones -coinciden todos los analistas- son el crecimiento económico y la sensible baja de la violencia. Pero no son problemas resueltos por completo. Peor aún, en materia económica se teme que ahora se produzca una avalancha de demandas imposibles de solucionar. Y en el rubro seguridad, aunque se desmovilizaron unos 30 mil paramilitares en los últimos años, todavía se mantienen centenares de secuestrados, en muy malas condiciones y lejos de sus hogares, algunos por años. Amnistía Internacional, en su reciente informe anual, hizo un duro balance sobre derechos humanos.

Obviamente, el próximo período de Uribe no será fácil.

Tampoco, tal como se dio la campaña, será fácil el gobierno del nuevo Presidente de Perú. Ni para quienes sean elegidos en los próximos meses en un continente convertido en una larga y ancha urna receptora de votos, desde México hasta Brasil.

El 2 de julio México elige Presidente, el primero después que Vicente Fox rompió en el 2000 la hegemonía de 71 años del PRI. En octubre es el turno de Ecuador, para volver a la normalidad interrumpida por la crisis que obligó a la salida de Lucio Gutiérrez en abril del año pasado. Ese mismo mes también hay comicios en Brasil, con Ignacio Lula Da Silva siempre como favorito para la reelección. En noviembre son las elecciones presidenciales en Nicaragua, con una fuerte candidatura del ex Presidente Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, quien asegura que ahora su programa es menos radical que en el pasado.

En diciembre la ronda termina en Venezuela con la casi segura reelección de Hugo Chávez. El panorama, pese a la bonanza petrolera sin precedentes, se puede complicar por sus audaces incursiones en la política del resto del continente y su deseo confeso de continuar en el poder más allá del próximo período de seis años.

Esta conjunción de elecciones –a las que hay que sumar la convocatoria a una Asamblea Constituyente en Bolivia- es un tema recurrente en los comentarios internacionales. El triunfo de Alvaro Uribe se destacó como el único de centro derecha en un continente que mira cada vez más hacia la izquierda La nacionalización de los hidrocarburos bolivianos generó una primera sombra en el mundo de los negocios, al afectar empresas de España y Brasil. Pero la gran inquietud, sobre todo para Estados Unidos, sigue siendo el venezolano Chávez. A fines de mayo, en una entrevista radial, la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice sostuvo que a su gobierno no le preocupa el surgimiento de regímenes de izquierda, sino su “irresponsabilidad”. Con algunos “nos sentimos bastante cómodos”, dijo aludiendo directamente a Brasil y Chile, porque “son gobiernos que fueron elegidos democráticamente, que gobiernan democráticamente y que han tenido políticas económicas abiertas”. En esta perspectiva, el polo opuesto es Venezuela: un país “donde hay cuestiones ciertamente inquietantes acerca del gobierno democrático”.

Como siempre, lo que importa es el color del cristal con que se mira. Mucho más optimista, Joseph Klesner, en la revista Foreign Affairs, sostuvo recientemente que el descontento no es con la democracia en sí, sino por la forma cómo se practica en la región.

Habría que repetir el viejo dicho: “Al que le venga el sayo...

Publicado en el diario El Sur de Concepción el 2 de junio de 2006

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