Editorial:

Un hombre (o mujer), un voto

Santiago, 26 de Marzo de 2006

La mirada del periodismo se ha concentrado en estos días en los procesos internos de los partidos políticos. Correspondientemente, si los medios fueran efectivamente el reflejo de lo que ocurre “en el corazón de las masas”, la atención de la mayoría de los chilenos debería estar en lo mismo. Pero no parece ser así.

Aunque no cabe duda de que hay quienes sí son capaces de emocionarse con todo esto, también los hay –me incluyo- los que nos sorprendemos y hasta sentimos un principio de indignación por la forma como actúan los partidos políticos, canales de expresión ciudadana, pilares de la vida democrática y otras altisonantes frases parecidas. Tal como hemos visto en los últimos días, las directivas siguen jugando el viejo juego de las “máquinas” y las cúpulas que todo lo resuelven. Es cierto que el caso de la UDI parece haber superado todas las caricaturas, pero todo lo que se dice y proclama en estos días es muy coincidente: un hombre un voto está bien en cualquier instancia democrática, pero no necesariamente en los entresijos de las colectividades políticas.

Esto explica por qué hasta ahora no se ha acortado significativamente la brecha entre partidos y ciudadanos “de a pie”... y por qué tantos nos hemos sentido interpretados con el “estilo Bachelet” de pedir opiniones (mal que mal, en los partidos de la Concertación está su base electoral) pero finalmente imponer su propio y mejor criterio. Es una actitud que implica riesgos, sin duda, pero que puede producir un efectivo cambio en los hábitos de los caciques viejos y de los nuevos que tan rápidamente adoptaron los estilos de sus mayores.

Este fin de semana nos proporcionó una luz de esperanza. Pero todavía hay que dejar que las decisiones se concreten.

Por eso mismo, por esa distancia perceptible hasta ahora entre partidos y ciudadanos, es recomendable que miremos a las otras elecciones: las de las universidades. En algunas, como en las universidades de Chile y de Concepción, su característica es la decisiva participación de los académicos.

En Concepción ya fue reelecto el rector Sergio Lavanchy. En Santiago el rector Luis Riveros tal vez no logre tan fácilmente su aspiración a un nuevo mandato, pero lo importante es que será la comunidad la que decida..

A considerable distancia, pero con una clara intención de incrementar la participación y la transparencia en la esencia de la vida universitaria, los profesores de la Universidad Diego Portales elegimos en estos días a tres representantes en el Consejo Académico, donde también hay un representante de los estudiantes. Nadie ha hablado ni va a hablar de co-gobierno, pero sí se ha repetido con insistencia el convencimiento de que es un avance notable en la dirección correcta.

No es seguro, pero si hubiese habido una mayor participación de los académicos y estos contaran con un buen respaldo de sus pares, es probable que la crisis que causó el entonces el rector Francisco Javier Cuadra el año pasado no se habría producido en la Diego Portales. Por una paradoja, de esas que repletan nuestra existencia, esa misma crisis aceleró un proceso que de todos modos debía venir. Esta semana se realizará una votación en la que se cumplen todas las reglas del juego democrático. Y, con suerte, lo que seguirá será la constitución (o reconstitución) de la Asociación de Académicos.

En todos estos casos, para espanto de algunos líderes políticos, cada hombre (y mujer, desde luego) tiene un voto. Es lo democrático. Pero es, sobre todo, lo justo.

Abraham Santibáñez

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