Editorial:

Tres temas “misceláneos”

Santiago, 26 de Febrero de 2006

No puedo resistir, esta vez, las ganas de hacer un comentario “misceláneo”, como los que suele pergeñar Gonzalo Vial en La Segunda para ventilar sus fobias y entusiasmos ante los hechos de actualidad. Hablar, por ejemplo, del shock -no se sabe si de los políticos o de la prensa, que suele endosarse a los políticos sus propias creencias- que ha provocado el “estilo Michelle Bachelet”. O comentar la increíble reacción corporativa contra los medicamentos de origen indio, en cuyo trasfondo es fácil divisar las eficientes campañas de relaciones públicas de grandes laboratorios europeos y norteamericanos.

También es tema, naturalmente, el Festival de Viña del Mar, que ha puesto en el tapete una vez más -¡era que no!- el sentido universitario y/o católico de los canales de televisión más tradicionales.

No hay como profundizar en corto espacio en estos temas. Pero por lo menos se puede intentar trazar algunas líneas básicas de reflexión:

  1. Sobre el “estilo Bachelet”, la verdad es que sólo cabe preguntarse acerca de la sinceridad de las declaraciones de quienes afirmaron que confiaban en el criterio de la Presidenta electa al momento de designar a sus colaboradores. Resulta incomprensible, por decir lo menos, que se la cuestione porque no ha satisfecho las aspiraciones, explícitas o no, de las cúpulas partidistas. Es seguro que en el futuro, inmediato y a más largo plazo, habrá más sorpresas.
  2. Los medicamentos indios. Pese a sus dificultades para relacionarse con la opinión pública, el ministro de Salud, Pedro García, se despide del cargo dando una justa batalla en la que hasta ahora ha salido victoriosa en los tribunales. Todos los ciudadanos del mundo somos víctimas, en gran medida, de la publicidad que han desplegado históricamente los laboratorios transnacionales para justificar el alto precio de los medicamentos que producen. Es cierto que la investigación y desarrollo de nuevos productos involucra altos costos, pero nadie sabe con exactitud cuanto se gasta en simple publicidad y, sobre todo, en ganar la buena voluntad de los profesionales de la salud a la hora de aprobar compras masivas o de recetarlos a sus pacientes particulares.
    No son sólo los médicos quienes gozan de este tipo de beneficios discutibles. Por mencionar una experiencia cercana ya sabemos de la preocupación que existe en el gremio periodístico por los permanentes y suculentos “incentivos” que reciben muchos famosos y la deliberada confusión que se ha dado en cultivar entre información y publicidad, como es fácil advertir en todo momento en cualquier espacio de televisión.
    Nadie, sin embargo, entre los periodistas, ha sido tan “caradura” como para decir públicamente que una relación excesivamente amistosa con una gran empresa no inhibe su independencia. Ha habido, por lo menos, un médico, que reconoció haber participado en una congreso con el auspicio de uno de los grandes laboratorios norteamericanos que están en campaña contra los medicamentos indios y que, al mismo tiempo, sostuvo paladinamente que ello no era motivo para inhabilitarse a la hora de opinar (obviamente en contra de los medicamentos de origen indio).
    La ética, esa bandera que todos esgrimimos tarde o temprano, vuelve a flamear entre nosotros. Esperemos que no sea solo un entusiasmo pasajero.
  3. El Festival de Viña del Mar. Cada uno de nosotros ya debe tener su opinión. Lo que me sigue pareciendo notable es que, a pesar de todo, es, sin duda, el mejor tema de conversación para la temporada del final del verano. Algo es algo.

Abraham Santibáñez

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