Editorial:

Un paso más (¿definitivo?) hacia una mayor democracia

Santiago, 4 de Diciembre de 2005

Ahora que ya ha comenzado la semana decisiva, en la que la campaña presidencial culminará con manifestaciones masivas en la capital y en algunas ciudades de regiones, queda poco más que decir, sino esperar la decisión de los ciudadanos. Todo el mundo lo dice así y los responsables de las campañas lo reiteran, pero no siempre demuestran creerlo, ya que no vacilan en gastar todos sus recursos, especialmente económicos, en un intento por convencer a los electores que la suya es la mejor opción. Es parte del juego democrático y no hay que extrañarse de que ocurra invariablemente, elección tras elección.

Lo más importante, aunque nunca hay que confiarse, es que, a fin de cuentas, la democracia parece asentada firmemente. Algunos temores de esta campaña, en especial ante la posibilidad de enfrentamientos de “comandos” y “brigadistas” fueron quedando atrás. Ello es positivo, como es positivo el aumento de la constitución de las mesas. Pero todavía falta.

Falta en materia de ingenio e inversión de recursos: los miles de “palomitas”, letreros callejeros que solo demuestran una gran capacidad de gasto, difícilmente convencerán a nadie, menos a aquellos a quienes se trata de llegar con un mensaje solidario de poco tonelaje. Pero sólo cuando la ciudadanía demuestre su repudio al derroche inútil –en las urnas electorales, que es donde más cuenta- podremos pensar que realmente se ha aprendido la lección.

Y falta también el paso definitivo al cambio del sistema. Es casi seguro que esta será la última elección parlamentaria regida por el absurdo sistema binominal. El hecho probable de que el domingo se rompa el empate artificial con el cual soñaron el dictador y sus seguidores, debería servir para terminar con un sistema que carece de toda justificación pero que, sobre todo, es injusto y antidemocrático.

Abraham Santibáñez

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