Editorial:

Trascendencia de la campaña contra el SIDA

Santiago, 9 de Octubre de 2005

Aunque siempre marcada por el rechazo de la Iglesia Católica, la nueva campaña contra el SIDA parece indicar la profundidad del cambio en Chile.

La aceptación generalizada de que la urgencia de enfrentar el flagelo hace inevitable la difusión del condón, es un hecho. Por lo menos así se desprende del reflejo de la información en los medios, los cuales -incluso criticando la nueva campaña- han abierto sus espacios a sobrecogedores testimonios que en último término la justifican plenamente. Así, por ejemplo, se han publicado declaraciones de jóvenes, adolescentes en realidad, que dan cuenta de una sexualidad en pleno desarrollo a los 14 o 15 años. Niños que no están preparados ni sicológica ni fisiológicamente para la responsabilidad de la enfermedad o siquiera del embarazo, dicen que ya han adoptado el condón. Más trágico aun es el relato de quienes ya se contagiaron del virus y reconocen que desoyeron los llamados o, peor aun, que no los escucharon porque eran demasiado suaves o débiles.

Podríamos pensar en campañas diferentes, del mismo modo como podríamos creer que hay jóvenes –y adultos- que toman decisiones según sus creencias y, por la vía de la abstinencia, por ejemplo, no corren riesgos. Pero, sean una mayoría o, como es probable apenas una minoría, parece claro que en Chile no vamos a lograr mucho con eufemismos. Igual como ha ocurrido con los embarazos adolescentes, terreno en el cual se ha avanzado mucho gracias a la política de no exclusión de las embarazadas de los colegios, debemos comprender que este es, apenas, un paliativo: los jóvenes no están preparados para asumir estas responsabilidades. El embarazo, la maternidad y la paternidad generan tareas para las cuales ni sus cuerpos ni sus almas están preparados.

Es significativo un informe que dice que en la actualidad la mayor tasa de desnutrición infantil corresponde a hijos de adolescentes, que fueron gestados en cuerpos todavía no suficientemente desarrollados.

No a todos agrada la campaña contra el SIDA. Pero podemos tener la certeza de que se requería un esfuerzo quizás desesperado. Hasta ahora, en este terreno lo que se ha hecho no ha sido suficiente.

Abraham Santibáñez

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