Editorial:

Días de lluvias y terremotos

Santiago, 3 de Julio de 2005

Me han recordado en los últimos días, la vieja sabiduría campesina de que los doce primeros días de enero de cada año nos anticipan como será el tiempo en los meses que vienen. Me han explicado que, incluso, se produce una especie de confirmación en los doce días siguientes, algo así como la clave que del cajero automático y que tiene que reiterarse antes que sea aceptada como la correcta. De ser así, sólo cabría concluir que –una vez más- la naturaleza se ha anticipado al ser humano, siempre tan limitado, pese a sus afanes de grandeza.

Pero el tema es otro. Si el comienzo nos anticipa algo, ¿que ocurre con estos días de la mitad del año, en que hemos tenido de todo? Aunque parezca obvio conviene recodar que en pocas semanas nuestro país ha vivido grandes tragedias, algunas provocadas por el hombre, como la de Antuco, otras por la naturaleza, como el terremoto de la Primera Región y los temporales de la Octava. También hemos visto cómo se ponen a prueba algunas espectaculares novedades: el plan auge y, para los santiaguinos, la nueva justicia y las autopistas concesionadas.

La verdad es que nos han pasado muchas cosas en un breve lapso que nos hacen preguntarnos acerca de su significado. Como si fuera poco, las noticias nos machacan todo el tiempo con imágenes y sonidos que repiten discursos ya conocidos, como por ejemplo, la guerra declarada por la senadora Matthei contra Codelco y la reiteración en su papel de vocero del ministro Francisco Vidal, pese a su nombramiento en la cartera del Interior.

¿Será todo esto un anticipo de lo que queda del año? ¿O de los próximos doce meses en que viviremos las elecciones presidencial y parlamentaria?

Sólo el tiempo nos podrá responder, pero es evidente, como nunca, que muchos de estos afanes son efímeros. Quedarán, en cambio, las grandes obras, que son permanentes. Cuando todas estas tormentas hayan pasado, nos tendremos con nosotros el mayor plan de caminos de nuestra historia, una justicia renovada y un sistema de salud moderno y eficiente. Pero igualmente -por lo que parece- seguiremos viviendo con el dolor de las casas que se derrumban a causa de los estremecimientos de la tierra o por las lluvias torrenciales. Y ante ello nuestra única respuesta posible es la búsqueda deliberada de mejores condiciones de equidad y revivir con vigor la solidaridad que proclamamos permanentemente.

La campaña electoral debería ser una buena oportunidad pare revisar la sinceridad de nuestros dichos frente a la realidad de nuestros hechos. Empezando por los candidatos.

Abraham Santibáñez

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