Editorial:

La responsabilidad de “Adolfo”

Santiago, 19 de Diciembre de 2004

El gran mérito de Adolfo Zaldívar (“Adolfo”, para sus amigos de La Segunda) es haber rescatado al PDC de la más grave crisis de su historia. Paradojalmente, su peor pecado puede consistir en desatar una aguda polarización en el interior de su propio partido y poner en riesgo la Concertación.

Cuando ya una parte del conglomerado tiene candidata, cuya gran fortaleza es su buena evaluación en las encuestas, la falta de apuro de Adolfo Zaldívar en activar los mecanismos para designar el candidato del PDC y su sorprendente declaración de que está disponible porque ha escuchado la voz del pueblo, pueden generar tensiones no previstas e incontrolables. Adicionalmente, el respaldo al diputado Lorenzini, quien después de su exabrupto parecía aislado, amenaza ahora con envenenar las relaciones en la Concertación.

Hay algo de suicida en todo esto. El gobierno del Presidente Ricardo Lagos termina su mejor año y se ha convertido en un fenómeno histórico: un Presidente que llega al final de su período gozando de la máxima popularidad nacional y con muy buena nota en el ámbito internacional. La Alianza de la Derecha todavía no se recompone después de los resultados de la elección municipal en los cuales esperaba un triunfo aplastante. En medio de este positivo escenario, pensando obviamente en las negociaciones de los cupos parlamentarios y desbordando confianza en su “muñeca” política, Adolfo Zaldívar se juega en una postura que puede poner en peligro la unidad de la Concertación y, sin duda, hace más difícil la candidatura de Soledad Alvear, la única capaz de competir ante el atractivo popular de Michelle Bachelet.

La audacia puede y suele dar buenos resultados en la vida pública. Es posible que el juego de Zaldívar, al estirar al máximo la cuerda, dé los frutos buscados.

Pero también puede ocurrir lo contrario: que este buen momento político chileno, finalmente superado el trauma de la dictadura y las tensiones previas al 73, se frustre por un mal cálculo.. .. o un exceso de ambiciones personales.

Abraham Santibáñez

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