Editorial:

Los frutos de la APEC

Santiago, 21 de Noviembre de 2004

Pasará todavía algún tiempo antes que se pueda hacer el balance final de la reunión de la APEC en Chile.

Los escépticos creen que ha sido un gasto inútil. Los que rechazan de plano la idea de la globalización sienten que mostraron una fuerza que no habían dimensionado hasta ahora, aunque el final poco feliz de la manifestación en el parque Bustamante les haya dejado un sabor amargo.

Hay quienes, incluso, protestaron porque no hubo espacio para las manifestaciones culturales en los encuentros celebrados entre el Espacio Riesco, Casapiedra y La Moneda.

Pero, en otro platillo de la balanza muestra un saldo plenamente satisfactorio. Por primera vez –y esto no es una exageración de esas en que con frecuencia caemos los chilenos- los líderes mundiales tuvieron la posibilidad de entrevistarse bajo nuestro alero y discutir temas que no eran menores: el reconocimiento de China como un país de economía de mercado, por ejemplo. O el planteamiento esbozado primero por Colin Powell y refrendado después por el Presidente George Bush de que hay una amenaza atómica latente en Corea del Norte y en Irán. Incluso es necesario destacar la primera visita de un líder ruso a nuestro país.

La frecuencia de los encuentros internacionales nos hace olvidar muchas veces la importancia de los contactos humanos. El que quienes dirigen las 21 economías ribereñas del Pacífico hayan llegado hasta el extremo sur oriental de este vasto océano y hayan podido conversar, negociar y discutir en suelo chileno, deja bien colocados a nuestro país y a nuestro gobierno.

Chile ya no es el anfitrión que, porque no tenía nada, fue capaz de organizar en 1962 un mundial de fútbol sobre la base del esfuerzo de unos pocos y la ilusión de muchos. La APEC ha demostrado que hay estructuras y recursos para obras mayores y que, aunque provisorios, los primeros resultados demuestran que valía la pena intentarlo.

Abraham Santibáñez

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