Editorial:

Periodistas: más que “un mal necesario”

Santiago, 20 de Junio de 2004

Aunque con menos frecuencia que hasta hace unos años, todavía existe en muchos chilenos una visión muy errada (a veces despectiva) del periodismo y los periodistas. Con frecuencia, los jóvenes que declaran su intención de estudiar periodismo son acogidos con desdén por sus padres. Según lo que cuentan cuando, finalmente, han logrado vencer las barreras familiares, han debido enfrentar un panorama pintado con colores lamentables: “Lo que no saben, lo inventan”; “Andan a la búsqueda de escándalos.... son como los buitres”, “Uno levanta una piedra y sale un periodista...

Es comprensible, en consecuencia, que muchos futuros periodistas se desanimen e, incluso, desistan de seguir el llamado de su vocación.

Aparte de esta incomprensión, el periodismo suele sufrir otro problema: muchas veces las autoridades (políticas, religiosas o militares, para seguir la enumeración clásica) y también otros profesionales (abogados, médicos, ingenieros, por nombrar a algunos) creen que pueden encarar a los medios exclusivamente a fuerza de buena voluntad. No aceptan que la comunicación, la entrega de información, en especial cuando es compleja o conflictiva, requiere de los conocimientos básicos del oficio, “manejar los códigos”, como se dice habitualmente.

Aunque la primera regla –básica e inamovible- consiste en decir la verdad, ella puede no ser suficiente. Como dicen los publicistas, la verdad debe ser “bien dicha”. Y para ello hay qué saber cómo comunicar, a quién y cuando. Son pocos los personajes que gozan de una predisposición natural como la que tenía el Presidente Ronald Reagan.

La mayoría de nosotros, en cambio, requiere de análisis previo, incluso en situaciones de emergencia. Requiere calma, requiere conocer el exacto signif9icado de las palabras y anticiparse al efecto que producen...

Algunas autoridades –el presidente de la Corte Suprema, por ejemplo, diversos ministros, jueces, políticos y líderes religiosos- no habrían tenido que enfrentar las crisis que han sufrido en el último tiempo si hubiese sabido calibrar mejor sus dichos.

El mejor consejo sigue siendo el mismo de siempre: hágase asesorar. Ojalá por un periodista, un buen periodista. No piense que los profesionales solo sirven para redactar comunicados de prensa y tratar de “colocarlos” en los medios.

Lo que pueden hacer es mucho más. Y es, sobre todo, mucho más importante.

Abraham Santibáñez

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