Editorial:

Una apuesta arriesgada

Santiago, 28 de Setiembre de 2003

El desafortunado spot de la Vicaría de la Familia ha puesto, una vez más, en evidencia la falta de reflexión en materia de comunicación de la Iglesia Católica. De tiempo en tiempo, incluso sus más leales seguidores, con la excepción de algunos pocos fundamentalistas, tienen que lamentar la incapacidad de entender el manejo medial por parte de quienes dirigen la Iglesia o los asesoran.

Ya ocurrió anteriormente con la innecesaria polémica generada en torno a los resultados del Censo la cual, en buena hora, no se volvió a tocar cuando se conocieron las cifras finales. Esta vez, la batalla final de la llamada Ley de Divorcio, empezó con un exabrupto del sacerdote Joaquín Alliende y parece que va a terminar con otro del vicario de la Familia, esta vez apoyado por una agencia de publicidad y por lo menos tres canales de televisión.

No se cuestiona la toma de posiciones. Se discute la forma de plantear un tema que amenaza con producir más resquemores que beneficios.

Muchos padres, católicos según afirman, se han sentido heridos, por ellos mismos y por sus hijos, por las cifras provenientes de una fundación norteamericana –Heritage- conocida por su posición ultraconservadora.

¿Cuáles son las observaciones?

Dos, por lo menos, pero muy fundamentales.

  1. Aplicación de datos provenientes de otra realidad a la realidad chilena, sin ninguna base real de comparación.
  2. Datos no acompañados de ningún antecedente que garanticen su seriedad: no hay un universo identificable, no se sabe dónde, ni cuándo se tomó la muestra ni quién la hizo.

Tanto el Consejo de Etica de los Medios como respetables académicos, especialmente el profesor Gustavo Martínez de largo historial en la materia en las universidades de Chile y Católica, han insistido constantemente en los últimos años en que no se deben dar a conocer encuestas incompletas, que carezcan de antecedentes que permitan su verificación.

Ello hace que esta campaña, por loables que sean sus objetivos, sea aun más preocupante.

Abraham Santibáñez

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