Editorial:

Un poco de sentido común

Santiago, 5 de Febrero de 2003

Cuando trabajábamos juntos -y fueron muchos años- el periodista Emilio Filippi solía repetir aquello de que el sentido común es el menos común de los sentidos. La reflexión viene al caso cuando la pausa del verano -ahora sí- impone un período de reflexión a la clase política y, sobre todo, al gobierno.

Marzo nos enfrentará a una serie de preocupaciones más allá de las que por esos días ocupan habitualmente titulares de diarios y espacios en la radio y la TV: el retorno a clases, los gastos de los padres y los pagos obligados del mes, incluyendo los permisos de circulación. Esta vez tendremos por delante desafíos mayores, que, bien resueltos, pueden abrir las puertas para el despegue de Chile como sociedad moderna. Esta es, o debería ser, la idea detrás del acuerdo de todos los partidos con representación parlamentaria para fijar una agenda que permita superar el clima de denuncias y desconfianza con que terminó el 2002.

Pero queda pendiente un tema que revela todavía otras fallas. Las debilidades comunicacionales del gobierno, que plagaron el año pasado, no terminaron el 31 de diciembre. El año pasado lo más grave fue el fallido intento de La Moneda por colocar a los periodistas en un “corralito” para manejar las giras presidenciales, pero el número fuerte lo constituyó luego el anuncio del Ministerio de Salud acerca de la supresión de la entrega de leche en los consultorios. Las iras variadas contra los periodistas, inevitablemente reflejadas en prohibiciones de acceso y vetos a todo nivel reflejan un problema que no es sólo de la autoridad central. Pero es allí donde se dan los ejemplos. “Errores comunicacionales”, es el diagnóstico habitual. Pero esta vez nadie se atrevió siquiera a ponerle ese nombre al paso en falso del ministro de Hacienda cuando anunció un alza en el IVA. Desde el punto de vista técnico es obvio que tiene razón: será necesario buscar mecanismos que compensen la baja de ingresos que se derivarán de los tratados de libre comercio. Pero lo grave fue que:

  1. el tema no había sido analizado siquiera por el gobierno y
  2. en La Moneda y en la Cancillería todavía se estaba saboreando el dulce sabor del éxito por los acuerdos logrados con Estados Unidos y la Unión Europea.

Estas situaciones son más que “errores comunicacionales”. Lo son, ciertamente. Pero, más que nada, como repite Filippi, un periodista y por lo tanto un comunicador por excelencia, se trata de problemas de “sentido común”.

Abraham Santibáñez

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