Editorial:

Una gran sombra sobre el 2003

Santiago, 30 de Diciembre de 2002

Desde la perspectiva chilena, en 2002 se cumplieron los buenos y los malos presagios.

El gobierno de George W. Bush hizo posible el acuerdo para el Tratado de Libre Comercio. Pero el mismo gobierno, con su empecinamiento en derrocar a Sadam Hussein, ha teñido de sombras oscuras el futuro. Dada nuestra dependencia del petróleo, la crisis de Venezuela no ha resultado positiva ni mucho menos.

Pero es evidente que el balance del año de nuestro país no pasa en primer lugar por los logros (y, eventualmente, los problemas) internacionales. La imagen de un gobierno, como el del Presidente Lagos, se ha jugado prácticamente cada día en los titulares de los diarios con la abrumadora suma de denuncias que lo asedian. No es definitivo, pero es muy probable que la Concertación esté llegando a su fin y ello no debería significar una catástrofe, sino la recuperación de la plena normalidad democrática. No olvidemos que la Concertación fue la respuesta –la mejor, la más generosa y la más imaginativa posible- ante los desafíos del final de la dictadura. A muchos nos hubiera gustado que se prolongara en el tiempo, pero –igual que el PPD- el tratar de cohesionar experiencias, pensamientos y anhelos muy diferentes puede resultar un ejercicio frustrante. No se trata, como ahora está predicando la más alta autoridad católica del país, de que los partidos se ideologicen, ya que los tiempos que corren se caracterizan por el pragmatismo, pero es cierto que las agrupaciones demasiado amplias sólo tienen sentido frente a grandes desafíos. Difícilmente, en cambio, pueden caminar juntas en el día a día.

Cuesta creerle a Heraldo Muñoz que 2002 será recordado como el año de “la probidad”. Es cierto que al final el balance debería ser positivo. Pero no se puede olvidar que antes ha habido un constante desmoronamiento de figuras que habla de un resquebrajamiento profundo de conceptos básicos de moral pública. En lo que sí tiene razón el ministro Muñoz es en que la reacción ha sido vigorosa. Chile va hacia escenarios de mayor transparencia y es de esperar que ahora no sólo se abran concursos y licitaciones, sino que sus bases se hagan cumplir con rigor.

Así las cosas, 2003 debe ser un año mejor. Pero todo (o mucho) dependerá de la forma como se resuelva gran incógnita planteada por el Presidente Bush.

Abraham Santibáñez

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