Editorial:

A propósito del Día del Periodista (*)

Santiago 15 de Julio de 2002

A muchos periodista les fascina verse a sí mismos como los “perros guardianes” de la sociedad. Conforme a este concepto, popularizado por los estudiosos norteamericanos, la responsabilidad social de la prensa y del periodismo es comparable a la del cancerbero que custodia el limpio ejercicio democrático. Por supuesto, para las generaciones actuales -en Chile y en todo el mundo- el paradigma es The Washington Post, enfrentado a Richard Nixon por el caso Watergate.

La verdad, sin embargo, es que en estos tiempos de Rottweiler que desgarran seres humanos en nuestro país, el papel de la prensa más se parece al de un tímido faldero, de esos que ladran como señoritas, pero muerden poco.

La imagen, en rigor, la planteó el editor general de Qué Pasa, Eduardo Sepúlveda, en un encuentro dedicado al análisis del papel del periodismo chileno en democracia. Conviene tenerla presente en tiempos de delirio por el rating, en que lo que se solía llamar “el sentido de la noticia” se ha pervertido y, sobre todo, la confianza del público ha alcanzado sus niveles más bajos.

No hay seguridades todavía de que el notable acierto de Canal 13 con el reportaje sobre la pedofilia sea el inicio de una renovación profunda. Al gremio le duele que la estación de televisión de la Universidad Católica no haya encontrado un periodista salido de sus aulas para dirigir su Departamento de Prensa, pese a que lleva cuatro décadas preparando profesionales de la comunicación. Pero esas dudas y dolores no pueden opacar el valor de una investigación bien hecha, que descolocó a Investigaciones y, de manera absurda, al gobierno,

Pero hay que recordar que estos casos no son los que consolidan el prestigio de un medio informativo. The Washington Post se hizo famoso en el mundo entero por el Caso Watergate. Pero su verdadero prestigio lo construyó con el tiempo, superando errores y debilidades, preocupado sobre todo de no incurrir en lo que parece ser la consigna del “nuevo periodismo “ (con minúscula) de los profesionales chilenos: la mezcla arbitraria de información y opinión.

Ben Bradlee, el mítico director del diario en la época de Nixon, se preocupó una y otra vez de reiterar algunos fundamentos del trabajo periodístico. Defendió el derecho del periódico a tener una línea editorial. Pero también sostuvo que, por ningún motivo, deberían confundirse los géneros y traspasar las fronteras que separan los hechos (“sagrados”, según la vieja fórmula) de las opiniones (“libres”, de acuerdo al mismo clásico planteamiento).

Cuando los planos están bien definidos, cuando los periodistas trabajan con el respaldo de sus jefes, en condiciones dignas, el medio se fortalece. Y el perro guardián ni siquiera necesita morder:. Basta con su presencia para que se cumpla la más elemental de sus funciones: la defensa de las libertades en el ejercicio democrático.

Abraham Santibáñez

Nota: Se celebra el 11 de julio en conmemoración de la Ley que creó el Colegio de Periodistas

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