Carta Personal

A propósito del Premio Nacional…

3 de Setiembre de 2001

Estimado amigo lector.

Si usted ha seguido los comentarios de esta página, recordará que hace unas semanas(1) postulé públicamente el nombre de Mónica González Mujica para el Premio Nacional de Periodismo. Lo hice convencido de sus cualidades profesionales, como reportera del más alto nivel en la investigación y la denuncia, avalada al mismo tiempo por la seriedad y responsabilidad de su trabajo. Como ella misma ha contado, todas las querellas que se interpusieron en su contra durante el régimen militar –y fueron muchas- terminaron siendo sobreseídas por falta de méritos.

El Premio Nacional de Periodismo, como todos los premios, es una moneda con dos caras. En una, se constituye en un reconocimiento a la labor de un profesional o un artista, tema que desde luego puede ser interpretado legítimamente de muchas maneras. Por la otra, y esta es una particularidad de este galardón desde los tiempos de Pinochet, se ha constituido en suculenta recompensa, más apreciada aun en tiempos económicamente difíciles.

De este modo, las motivaciones para postular –puede haber autopostulaciones- oscilan entre el anhelo del reconocimiento y las necesidades del bolsillo, en otras palabras: entre la inmortalidad y la cuenta del supermercado.

Doy fe de que en el caso de Mónica ella se sorprendió –y emocionó- cuando le hablé de presentar su nombre al jurado, sabiendo que las posibilidades eran impredecibles. Después de conocido el resultado, no sólo no hubo amargura en ella, sino el reconocimiento al grupo importante de colegas que se entusiasmaron con la posibilidad de que recibiera el Premio.

En lo personal, sigo creyendo que llegará el momento en que recibirá este galardón, pero también siento la obligación de proclamar, con sinceridad, que con Tito Castillo se ha hecho justicia en el más amplio sentido de la palabra. En él se ha premiado una larga y notable trayectoria y se ha reconocido que no sólo en Santiago hay periodistas de excepción, sino que el mayor esfuerzo se concentra en regiones, en condiciones muy adversas.

Si de confesiones personales se trata, debo agregar que no me convence esto de “pensar positivo” que promueve el gobierno. Pero en este caso siento que todos hemos ganado mucho: sabemos más sobre el verdadero carácter de Mónica González, a quien muchos detractores han caricaturizado como conflictiva; creo que el Premio Nacional –el de Periodismo y los otros- ha sido entregado este año con muy buen criterio, a quienes realmente lo merecían y ese es el caso de Tito Castillo. Por lo tanto han ganado las distintas disciplinas premiadas, ha ganado el Periodismo y ha ganado nuestra atormentada sociedad, que necesitaba esta muestra de mesura y, por qué no decirlo, de grandeza.

Abraham Santibáñez


Nota del Editor:

(1) Ver los artículos publicados en la edición del 16 de julio de 2001: