Un derecho humano fundamental

El 3 de mayo, Día de la Libertad de Prensa, la Unesco entregó el Premio ''Guillermo Cano'' a U Win Tin, redactor de un diario birmano, encarcelado desde 1989. Desde 1997 está detenido en un hospital de Rangoon, donde se encuentra muy grave. Su caso es, sin duda, uno de los más graves en un mundo en el cual el periodismo se ha convertido en una profesión peligrosa. Guillermo Cano, en cuyo recuerdo se instituyó este galardón dotado de 25 mil dólares, fue asesinado en Colombia porque su periódico, ''El Espectador'', informó abundantemente de las actividades de los narcotraficantes.

El diario, pese a sufrir numerosos atentados, no cejó en su empeño. Y la familia de Guillermo Cano decidió honrar su memoria con esta distinción a ''una persona, organización o institución que haya contribuido de manera notable a la defensa o promoción de la libertad de prensa en cualquier país del mundo, en especial si su labor ha entrañado riesgos''.

En un recuento sobre la conmemoración del 3 de mayo, The Freedom Forum -entidad que organizó o contribuyó a la celebración en todo el mundo, incluyendo Chile- señaló que periodistas de Haití, Kenya, Bulgaria y Croacia hicieron en un encuentro en Nueva York un resumen crítico de lo ocurrido en sus países. En Sudáfrica, Camboya y Londres se realizaron parecidos análisis.

En el caso chileno, parece ser que lo más destacado fue la ceremonia realizada en la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales. En ella habló el director del diario ''La Segunda'', Cristián Zegers, refiriéndose al tema: ''Qué pide el periodismo a las escuelas''.

Fue una disertación impecable. Tuvo momentos agudos, críticos frente a la proliferación de escuelas y de estudiantes. Con pasión en el tema del servicio que deben prestar los medios a la sociedad. Acuciante respecto de la necesidad de la búsqueda de la excelencia, la profundidad en la investigación y la defensa de la libertad. En este punto puso un dedo en la llaga cuando dijo que enfrentamos la realidad de que una cuota muy significativa de la información se nos esconde en Chile bajo una cultura del secreto, de la que participan con igual energía los entes públicos y privados, con enormes recursos puestos al servicio de sustraer información y transparencia, mientras externamente se aparenta favorecer este anhelo.

Es, por cierto, dolorosamente irónico que en el día que la Unesco -a petición de un grupo reunido en Africa hace diez años, lo que se ratificó en Santiago en 1993- ha dedicado a la Libertad de Prensa, todavía debamos reconocer que nos queda mucho terreno por ganar en Chile.

Es un problema que no se resolverá por medio de la ley mientras la sociedad chilena, en su conjunto, no se decida a apreciar el valor de la libertad, incluyendo sus peligros y riesgos potenciales.

A los chilenos, como a los ciudadanos de todo el mundo, se aplica el pedido de tres importantes autoridades mundiales en esta materia. En un mensaje conjunto para el pasado 3 de mayo, Koffi Anan, secretario de la ONU; Mary Robinson, comisionada de la ONU para los derechos Humanos, y Koichiro Matsuura, director general de la Unesco, llamaron a la comunidad internacional en su conjunto a defender y proteger un derecho humano fundamental: el derecho a recibir y entregar información libre de censura, a través de cualquier medio y sin consideración de fronteras.

Ojalá acusemos recibo de tan ferviente pedido.

Publicado en el diario El Sur de Concepción, el sábado 12 de mayo de 2001