La dama del perrito

Desde Massachusetts una señora le escribe al experto en Etica de The New York Times. Según la carta, publicada el domingo pasado, su drama consiste en que su suegra, anciana y enferma, ha manifestado su voluntad de que, tras su muerte, su perrito regalón sea sacrificado y sus cenizas depositadas en su propia tumba.

El hijo de la anciana -el marido de la persona que hace la consulta- le prometió a su madre respetar su voluntad. Pero está decidido a no hacerlo. “¿Es esta una solución ética?” pregunta.

¿Qué le dice el “eticista”? Dice que el hijo tiene la razón. “Su promesa consuela a su madre mientras viva. y su mentira no la va a herir cuando muera. Hay ocasiones en que el engaño se convierte en la opción más honorable. Estoy seguro de que el perro estaría de acuerdo, si es de aquellos perros que hablan...

Hablar de ética es, generalmente, hablar de grandes dilemas. Tratar de imaginar, por ejemplo, qué pasó por la mente del Presidente Harry Truman cuando decidió terminar la Segunda Guerra Mundial lanzando la Bomba Atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. En niveles más personales, siempre pensamos en temas profundos y complejos, desde “la píldora del día después” a la posición ante la pena de muerte. Pero, nos dicen estas y otras consultas al experto del diario neoyorkino, para muchas personas las dudas éticas son situaciones cotidianas: ¿es lícito adelantarse en la “cola” del supermercado, entrar a un espectáculo sin pagar porque el boletero es mi amigo o ayudar a un estudiante en una prueba difícil?

No siempre fue así. Aunque no se planteaba como una explícita lección de ética, hay una poesía que memorizaron generaciones de estudiantes chilenos que apunta al tema de los valores y por tanto, de la ética. Sus versos iniciales dicen: “¡Qué linda en la rama, la fruta se ve! Si lanzo una piedra, tendrá que caer...

Es, en definitiva, la convicción de que los fundamentos de una conducta ética se forman en la familia en los primeros años de escuela. Obviamente hay que profundizar los estudios y, sobre todo, entrar al detalle de los aspectos de cada profesión u oficio. Pero, como nos ha dicho muchas veces el profesor Rushworth Kidder, del Instituto para la Etica Global, los códigos de conducta son el resultado de un proceso de toma de conciencia, no el comienzo.

Y. en este proceso de aterrizaje, la reciente edición en la Universidad Diego Portales del libro Fundamentos de la Etica Periodística, del periodista y abogado Miguel González Pino no trata sobre perros amenazados de muerte por propietarias cariñosas en exceso. Pero plantea, de manera clara y didáctica, principios, casos concretos y métodos de solución. Lo hace en la perspectiva de su trabajo como fiscal del Consejo de Etica de los Medios de Comunicación y profesor universitario por largo tiempo, período en el cual ha escrito apuntes, ha dictado cursos breves y conferencias y ha dirigido tesis de estudiantes de periodismo.

Lo esencial de la obra apunta a preparar a los futuros periodistas para actuar de manera ética y responsable. Dice el profesor González: “Estos apuntes están hechos pensando en la aplicación de una metodología de clases activa y participativa, no solo para estar acorde con la tendencia general en materia de enseñanza en aula, sino que especialmente porque los temas éticos deben ser discutidos e interiorizados por los alumnos, por lo que sobre el aprendizaje de conceptos y textos, es preferible despertar en ellos la inquietud por plantearse los temas éticos y resolverlos a partir de sus propias realidades, con la guía del profesor….”.

No sé qué pensará el profesor González, pero yo empezaría con un caso simple: el de la abuelita de Massachusetts y su perro regalón. Confiemos que también en Chile le salvaríamos la vida.

Publicado en El Sur de Concepción el 16 de Junio de 2001