La comisión del “Once”

Primero fue la sorpresa. Luego, la indignación patriótica. A partir del 11 de septiembre de 2001, los norteamericanos se sintieron llamados a cerrar filas. El Presidente George W. Bush empezó a vivir sus momentos de mayor popularidad. Tanto quienes votaron por él como quienes no, estaban dispuestos –literalmente- a llevar la espada vengadora hasta los últimos confines del mundo. Y así lo hicieron.

En los dos años y nueve meses transcurridos desde los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono, los norteamericanos han hecho un largo viaje: sacaron del poder al régimen Talibán de Afganistán y a Saddam Hussein en Irak, pero también debieron pasar por la cruda experiencia de una introspección obligada. Ya sabemos del doloroso examen de conciencia realizado por una parte de la prensa, empezando por The New York Times. Las denuncias sobre torturas en Irak obligaron al propio Bush a intentar unas tímidas disculpas. Pero lo verdaderamente importante vendrá en los próximos días, cuando termine su trabajo la “Comisión nacional acerca de los ataques terroristas contra los Estados Unidos”.

Desde que empezó a funcionar, a fines de 2002 ha estado en el centro de la polémica. Bush quiso que el Secretario de estado Henry Kissinger la presidiera, pero antes que la batahola se hiciera incontrolable, el propio “Doctor K” se excusó y renunció. Posteriormente, a medida que entregaban su testimonio las más altas figuras del gobierno norteamericano, el caudal de información proporcionado por un millar de personas citadas a declarar se fue haciendo cada vez más dañino para la Casa Blanca.

Al mismo tiempo, se han acumulado las recriminaciones.

El peor momento, hasta ahora, ocurrió cuando habló el ex asesor presidencial de seguridad, Richard A. Clarke. Según su testimonio el presidente Bush se empeñó desde el comienzo en buscar a los responsables de los ataques en Irak. Insistía una y otra vez: “Busquen si lo hizo Saddam. Si está relacionado de alguna manera...” Clarke, conforme la versión que entregó en su libro “Against all enemies” (Contra todos los enemigos), aseguraba que la responsabilidad era de Al Qaeda, a lo cual Bush habría reiterado: “Lo sé, lo sé, pero... busquen si Saddam está involucrado...”.

Entre esta recopilación de obsesiones y antecedentes pasados por alto, la comisión –compuesta por diez respetables figuras republicanas y demócratas- sesionará oficialmente por última vez los días 16 y 17 y luego entregará su informe final.

Ya se conoció parte del borrador. Cuatro integrantes de la Comisión adelantaron a la agencia informativa Associated Press sus conclusiones.

Lo sustancial se resume en una afirmación demoledora: “Los atentados terroristas pudieron evitarse, pero errores previos del FBI y de la CIA hicieron posible la catástrofe”.

Para George W. Bush esta es una mala noticia. Pero no es la peor de los últimos días. El jueves 10 –como la tradicional guinda que corona el pastel- una encuesta a nivel nacional del diario Los Angeles Times reveló que John Kerry, el candidato demócrata, le ganaría en la elección con el 51 por ciento contra el 44 por ciento. Con tres contendores –Ralph Nader sería el tercero- las cifras cambian, pero el resultado sería siempre negativo para Bush.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en Junioo de 2004

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