Michelle, Rodrigo y nosotros.

Como era inevitable –y la Presidenta Michelle Bachelet lo sabía bien- fue la carta del niño Rodrigo Valenzuela del Sexto A del Liceo Avenida Principal, Conchalí, en su brevedad, su tono esperanzado y, sobre todo, su despedida (“alegremente”), lo que marcó la reacción ante su primera cuenta ante el Congreso Nacional.

El resto de los comentarios correspondió a lo previsible: la oposición se mostró inquieta porque hubo solo “medidas concretas y no grandes líneas ni se habló de valores” (al revés, claro, habría sido lo mismo); la Concertación, que tantas discusiones ha sufrido en los últimos días, se unió para expresar su satisfacción. “Era que no”, dicen que dijo en ocasión parecida el cazurro Presidente Ramón Barros Luco.

Pero estos análisis instantáneos, tan parecidos a los que se hacen después de los partidos de fútbol o del tenis o del boxeo o de cualquier cosa que concite mucho interés y obligue a hablar, aunque sea para repetir lo mismo, pasaron por alto los grandes anuncios del mensaje y también algunos de menor importancia, pero que revelan, más allá de toda duda, una visión que no podremos soslayar en los próximos años.

Dada la coyuntura, marcada sobre todo por los excedentes del cobre, las “cuatro transformaciones” que anunció la Presidenta Bachelet podrían lograrse en gran medida.

En sus palabras:

  • La primera transformación se centra en el sistema de previsión. Sin pensiones dignas y seguras no puede haber una vejez tranquila.
  • La segunda transformación ocurrirá en la educación: necesitamos más salas cunas y jardines para los más pequeños, y escuelas y liceos de mayor calidad para los niños y niñas más grandes.
  • La tercera transformación tiene que ver con innovación y emprendimiento: una nueva política de desarrollo para el crecimiento.
  • La cuarta transformación nos permitirá tener barrios amables, con calidad de vida para las personas.

Son metas ambiciosas. Son metas necesarias. Situada en el punto de partida, al rayar la cancha, la Presidenta ha sido clara. Lo dijo tras la leer la carta de Rodrigo Valenzuela:

En su inocencia, el pequeño Rodrigo nos dice algo que jamás debemos olvidar: un Gobierno comprometido con su gente puede hacer una diferencia enorme en la vida de las personas.
“Quiero decirle a Rodrigo y a los Rodrigos que, con la ayuda de todos, tendremos este Chile ‘nuevo y confiable’" que él anhela
”.

Que así sea.

21 de Mayo de 2006

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