Francia: debate a dos bandas

Como un extenso laboratorio social cuyos tentáculos se extienden por debajo de toda la ciudad, el Metro de París tiene muchas similitudes con el de Santiago. Pero también muchas diferencias. Una es el color: los trenes no son todos iguales -o casi iguales- como en nuestra capital: en París los hay tapizados internamente de verde, o de granate, o de suave colores azulinos.

También los pasajeros son diferentes. El pasado fin de semana, al subir a un convoy cerca de la plaza de la Opera, tuve que hacerle el quite a un hombre dormido, tendido entre la puerta y el pasillo. Apurados, los otros pasajeros cuidaban de no pisarlo.

El domingo, en viaje a la Ciudad de las Ciencias y de la Industria, un tambaleante ciudadano de color luchaba por mantener el equilibrio y no desparramar el contenido de un enorme sandwich hecho en pan baguette. Parecía tan invisible como el hombre del día anterior.

Más tarde, de regreso al centro de París, subieron una madre árabe, que apenas llevaba al descubierto el óvalo de su cara, y su hija de no más de tres años. El suyo era un diálogo suave, amoroso, que culminó -antes de bajar- con un intercambio de sonrisas como nunca he visto en otra parte.

Es, ciertamente, un metro distinto del chileno. Pero, ¿hablamos de otro país?

Los titulares que van leyendo los pasajeros, por lo menos los que no son turistas cargados de maletas, pueden inducir a confusiones:

"TV".- Un informe del gobierno muestra preocupación por la violencia en la televisión. Se quiere "prohibir por completo la difusión de programas violentos o pornográficos" entre las seis y media de la mañana y las diez y media de la noche ("Le Monde", 15 de noviembre). "Financiamientos sospechosos". "Sólo en los últimos años una serie de leyes han permitido hacer más transparente el financiamiento de las campañas y los partidos. (Se dice que) Mitterrand usó la compañía petrolera estatal ELF para lubricar su política exterior y llenar los bolsillos de sus amigos" ("The Economist", 16 de noviembre). "Anti-centralismo".- Se propone ampliar lo que ya se ha hecho en materia de descentralización, tratando de evitar, al mismo tiempo, "que la república se caiga a pedazos" ("Le Monde", el mismo día 15). "Salud".- "La reforma de la salud, una operación de alto riesgo" ("Le Monde", 19 de noviembre). "Sobre-sueldos". "Hasta que Lionel Jospin puso término a dicha práctica, hace un año, los ministros y sus equipos -desde asesores a choferes- recibían todos los meses sobres con dinero para complementar sus sueldos" ("The Economist", 16 de noviembre).

Es que, tal vez, los problemas políticos son más parecidos de un hemisferio a otro de lo que creemos. Si no, ¿por qué la derecha francesa acaba de unirse bajo las banderas de la UMP, Unión por un Movimiento Popular, cuyo líder es Alain Juppé? Y lo ha hecho con la intención declarada de mantenerse en el poder por el mayor tiempo posible. Asistieron al nacimiento, en Bourget, el domingo pasado, líderes de todo el mundo, incluyendo a José María Aznar y un selecto grupo de chilenos, tanto de la Alianza por Chile como de la Democracia Cristiana.

Y para reforzar esta imagen a dos bandas, los socialistas franceses también están proclamando su deseo de lograr un partido único.

Es que la lección de la última campaña, cuando todos iban contra todos, que frustró las posibilidades de Lionel Jospin y casi dio el triunfo a Jean Marie Le-Pen, es clara: no puede continuar la atomización de los partidos.

Pero, en el Metro de París, este debate casi no se nota... Es otoño y la Navidad se acerca a pasos agigantados. Aquí y en el resto del mundo.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 23 de noviembre de 2002

Volver al índice