Cuba: la situación no mejora

Hay dirigentes políticos en Chile que no creen que haya problemas de derechos humanos en Cuba. Otros creen que sí los hay, pero piensan que nuestro país debe abstenerse o rechazar cualquier voto sobre el tema en Ginebra en abril próximo. Argumentan que todo es culpa del bloqueo norteamericano, no de quienes encarcelan, fusilan o silencian a los opositores.

Hay, felizmente, otras opiniones.

La Unesco –organismo permanentemente criticado por Estados Unidos- concedió el premio mundial de Libertad de Prensa al periodista cubano Raúl Rivero. Junto con él, en abril del año pasado, 75 disidentes fueron sentenciados a diversas penas entre catorce y 28 años de cárcel por atentar contra “la independencia o la integridad territorial del Estado” y conspirar y socavar los principios de la Revolución. En el lenguaje oficial, se les acusó de cometer “acciones que en concordancia con los intereses imperialistas persiguen subvertir el orden interno de la Nación y destruir su sistema político, económico y social”. Una tercera parte del total de condenados corresponde a periodistas, lo que hizo reaccionar de inmediato a Reporteros sin fronteras, una organización independiente, que calificó a Cuba como “la mayor cárcel de periodistas del mundo”. En diciembre, al hacer el balance del año 2003, reafirmó lo dicho: al dar a conocer su clasificación mundial de libertad de prensa colocó a Cuba en el penúltimo lugar, sólo Corea del Norte tiene una evaluación peor. La lista de 166 países confeccionada por Reporteros sin fronteras la encabezan, en empate, Finlandia, Islandia, Noruega y Holanda. (Les siguen Dinamarca y Trinidad-Tobago, empatados en el quinto puesto; Chile se sitúa en el lugar 37).

Este solo hecho, sin contar las condiciones de aislamiento y maltrato en que se mantienen los detenidos, justifica plenamente cualquier voto negativo en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Es cierto que el régimen de Fidel Castro sufre un bloqueo económico sistemático y sostenido por parte de Estados Unidos desde hace más de cuatro décadas. Nada aminora la gravedad de esta medida, explícitamente condenada por el Papa Juan Pablo II. Sin embargo, con notable habilidad el régimen de La Habana lo ha usado a su favor. Le sirvió para lograr el apoyo de la Unión Soviética y de Alemania Democrática en los duros años de la Guerra Fría. Pero, sobre todo, el bloqueo ha sido el permanente pretexto para justificar la represión.

Aquí, de nuevo, salta a la vista el doble standard de los aliados de Fidel Castro. Los mismos que enjuician la política de George W. Bush a favor de la pena de muerte, callan frente a las ejecuciones sumarias en Cuba. En abril pasado, en tres días, tres hombres que se habían apoderado de una embarcación para huir de Cuba, fueron enjuiciados sumariamente y ejecutados sin derecho a apelación.

Los meses transcurridos no deberían hacernos olvidar estos hechos: forman parte del balance del año que se verá en Ginebra. En su momento la Unión Europea expresó “su profunda preocupación por la continua violación flagrante de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de los miembros de la oposición cubana y de los periodistas independientes”.

La situación no ha cambiado. Lo acaba de reafirmar la Unesco.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el 28 de Febrero de 2004

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