Reagan, Bush y la comunicación.

Con motivo de la muerte de Ronald Reagan, junto con los comentarios sobre su vida y su paso por la Casa Blanca, no faltaron las comparaciones con el actual ocupante del palacio presidencial de Estados Unidos. El paralelo entre Reagan y George W. Bush es fascinante: ambos republicanos, ambos con una muy parecida posición conservadora, ambos declarados enemigos de sus enemigos: “el imperio del mal” (Reagan) y “el eje del mal” (Bush).... Pero, curiosamente, las imágenes que ambos dejan, hasta ahora al menos, son muy diferentes, opuestas, en realidad. La diferencia de fondo: uno (Reagan) fue un maestro de la comunicación, el otro (Bush) convence... pero fugazmente.

En un lúcido análisis, David Gallagher, en El Mercurio, anotó dos aspectos sustanciales:

1.- La coherencia. “En realidad, si Reagan fue un Gran Comunicador, fue precisamente porque la gente veía que estaba dispuesto a jugarse por sus ideas. Los votantes sentían que él creía en lo que decía, y se sentían halagados de que Reagan quisiera convencerlos, en vez de, simplemente, complacerlos”. Contrario sensu, agregamos nosotros, Bush se guía más por las encuestas, por lo que estaría pidiendo la gente en un momento determinado, que por sus convicciones. El problema, claro, es que la opinión pública suele ser volátil. Por eso Bush Jr. estuvo en la cima de la popularidad después de septiembre del 2001, y ahora está en el fondo del abismo.

2.- La visión de futuro: “Reagan, dice Gallagher, era profundamente optimista y contagiaba a la gente con un esperanzador entusiasmo. Bush parece estar demasiado abocado a apelar a los temores de la gente”.

Hay aquí una señal que ningún personaje público -todos lo somos en el momento en que debemos salir ante los micrófonos y las cámaras y enfrentar a los periodistas- puede desoír: el “comunicador” por excelencia no es el que hace gala de sus condiciones histriónicas, sino quien entrega convincentemente su mensaje. Así quedó en evidencia, en los últimos días, en un seminario sobre un tema menos político, aunque igualmente polémico: el “Manejo comunicacional de la información médica a través de los medios”, celebrado en Santiago.

La preocupación obvia de los médicos y administradores de clínicas y hospitales pasa, desde hace algún tiempo, por la forma cómo se difunden en los medios las denuncias sobre errores y negligencias. Hay ahí aspectos éticos y legales, aparte de los puramente relacionados con la salud. Pero: ¿qué quieren los periodistas?

Alejandro Guillier, como presidente del colegio profesional, dio algunas luces. Se podrían resumir en lo que ya está dicho: verdad y respeto. Las verdades a medias son dañinas, como se ha visto últimamente en los más altos niveles de la justicia en Chile. La falta de respeto es peor, porque al final, es el periodista el que canaliza la información y si no se la dan va a tratar de obtenerla como pueda.

En Estados Unidos Bush empieza a pagar el precio de sus inconsistencias e insuficiencias. No significa esto que la campaña por la reelección esté perdida. Pero es evidente que será muy difícil.

No basta con ser un buen comunicador. Pero ayuda enormemente, como lo demostró Reagan.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en Junio de 2004

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